
«No podrás impedir que la melancolía sobrevuele tu cabeza, pero sí tratar de lograr que no haga su nido en ella.» Poeta chino
Nada mejor que las recetas de nuestras madres y abuelas, que se han transmito a lo largo de generaciones, utilizando productos básicos y medidas rudimentarias.
Ingredientes por cada huevo (unos 8 roscos)
- 3 cucharadas de azúcar
- 3 cucharadas de leche
- 3 cucharadas de aceite de oliva
- 2 cucharaditas de anís (opcional)
- 1 gaseosilla «el tigre» o similar
- Harina (aproximadamente 10 cucharadas soperas bien colmadas)
- Para freir: Abundante aceite de oliva suave o aceite de girasol
Preparación
- Batir con el tenedor el huevo y el azúcar.
- Añadir la leche y el aceite, continuar batiendo hasta que se integre todo.
- Agregar parte de la harina con la gaseosilla, batir y continuar añadiendo poco a poco el resto de la harina, llegará un momento que habrá que continuar amasando con las manos enharinadas, la cantidad de harina nos la irá indicando la textura de la masa (debe quedar blandita, con consistencia chiclosa y pegajosa a la manos).
- Dejar reposar la masa unos 10 minutos.
- Con las manos engrasadas de aceite, formar bolas y dejar preparadas en un plato (para después dar forma de rosco).
- Calentar el aceite y cuando comience a humear, redondear de nuevo las bolas de masa (siempre con las manos engrasadas) y con ayuda de los pulgares hacer un agujero en el centro, estirándolo al tiempo que con cuidado se deja caer en el aceite. Freír por los dos lados a temperatura moderada para que queden bien hechos por dentro.
- Retirar a un plato con papel absorbente, dejar templar y emborrizar con azúcar.
